Como tarea en mi clase de literatura se me pidió reescribir un cuento, yo escogí uno de Edward gorey que llamo especialmente mi atención, lo dejare aquí para que vean el resultado, espero sea de su agrado.
The tuning fork.
(Edward Gorey)
Theoda era la pequeña hogareña, aun que un tanto oscura dirían, vivía con su familia en una pequeña casa en el muelle, “que suerte” pensaría cualquiera, pero no Theoda, por razones extrañas nadie la quería, no era una niña mala... pero su sola presencia los aterraba.
¿Serian sus azules y grandes ojos lo que tanto odiaban? O ¿Quizás su largo negro cabello que caía como cascada hasta su cintura aquello que tanto los fastidiaba? Se cuestionaba la niña en silencio, mirándolos desde lejos.
“es una niña rara” murmuraban entre ellos cuando Theoda no miraba y es que a ella le encataba hablar sola y fantacear.su manera de expresarse, su vestimenta simplemente los angustiaba y eso a Theoda lastimaba, a pesar de que siempre era así la pobre niña no se acostumbraba.
¿Por qué su familia no la quería? Se pregunto Theoda aquella tarde mientras se sumergía en esos largos ratos de soledad, sosteniendo a valentina, su vieja muñeca en el regazo, mirando desde la ventana las sombrías aguas del mar, la lluvia que caía en una densa cortina perturbaba su calma, el camino que las gotas que estrellaban contra el vidrio se reflectaban por su blanca carita y el agua salpicaba en el mar como si se tratara de una marcha de pequeños hombrecillos... “Tal vez ellos quieran estar conmigo” pensó Theoda colocando su pequeña mano en el frio cristal de su ventana deseando así poder tocarlos... “si en este lugar nadie me va a extrañar...entonces iré con ellos y me perderé en el fondo del mar” se dijo bajando de su banquito de madera y dejando a la pobre valentina de lado.
Estaba cansada, todo aquello era más de lo que ella podía soportar. Frías lagrimillas corrieron desde sus ojos y rodaron por las pálidas mejillas mientras Theoda daba una silenciosa despedida desde el marco de la puerta a su habitación y sus muñecas.
Mamá la vio salir de casa, pero no la detuvo, su padre la vio correr desde la ventana y el miedo lo dejo mudo, la pequeña parecía un fantasma que danzaba entre la lluvia...un fantasma que más tarde regresaría a la tumba.
Theoda había escogido el suicidio mientras corría muelle abajo, con la lluvia empapando su rostro grito: “¡hasta nunca!” vacío sus pulmones y salto del muelle para encontrarse con la marea que la sacudió como si fuera una pequeña muñeca. Se hundió y sus lágrimas se mesclaron con el agua del mar, se hundió mientras sus miembros se congelaban y perdiendo el sentido pudo darse cuenta que su pie había entrado en contacto con una nariz.
“que extraño...” pensó Theoda antes de que sus ojos se cerraran.
Cuando volvió en sí, no sabía que estaba muerta pero si en el fondo del océano, Theoda no podía explicarse que había ocurrido y sus ojos vacilaban de un lado a otro sin esperar encontrar a un monstruo de tamaño alarmante que la miraba con sorpresa, cualquiera habría querido salir corriendo...bueno en este caso nadando, pero Theoda no se asusto, aquella serpiente gigante tan solo le recordó a los que hasta ahora habían sido sus amigos, le recordó a los monstruos fantasmas y duendes con los que había jugado en su imaginación hasta entonces y ante aquel repentino cambio de suerte comenzó a perorar al monstruo su suerte: “¡ellos ni siquiera me querían!”
La criatura se había recostado a su lado escuchando fascinada la terrible historia de aquella pequeña desdichada, ¿Cómo podía ser que tan adorable criatura pudiera pasar por aquello?...el simplemente no podía aceptarlo, pensando para sus adentros que todo aquello no se podía quedar así llego a la conclusión de que algo tenía que hacer y cuando Theoda fue vencida por el sueño él la dejo descansar acunada en un arrecife de corales, después nado por los desagües.
En casa de Theoda todo parecía tranquilo, la familia conversaba el calor del fuego según lo que el monstruo escuchaba, pero la tranquilidad no duraría mucho, de eso él se encargaba, era irritante el ver que nadie se preocupaba por aquella pequeñita de la cual ahora él se encargaba... ¡Ah! pero ya verían, las cosas así no se quedarían.
Al día siguiente la feliz familia encontró el cuerpo inerte del padre a un lado de la bañera, lo mismo ocurrió uno tras otro hasta que todos desaparecieron... “pero que tontos” pensó el monstruo una vez que había terminado, pues usando su magia en la bañera se había ocultado, una vez que su trabajo dio por acabado nado de nuevo hacia la pequeña para quedarse a su lado.
Theoda se había vuelto un hermoso fantasma, cuyo cabello había adornado con tiaras de madre perla y corales, durante noches calmadas cuando la luna llena alumbraba lo alto, Ella y la gran serpiente salían de la profundidad para disfrutar de la brisa salada, se podía decir que ahora estaba feliz, aun que muerta se sentía a salvo, ya no estaba sola y tampoco volvería a estarlo.