Una respiración lenta y pesada se escuchaba en medio de toda aquella oscuridad, en ese húmedo y pestilente agujero no existía nada más que eso, oscuridad...y un frio que te helaba la sangre, soledad que brindaba desesperanza, no había ruido alguno además de su aliento, ni siquiera podía oír a las ratas...era un silencio sepulcral que bien podría volver a uno loco con el pasar de las horas.
¿Cuánto había pasado ya? ¿Cuánto tiempo llevaba encerrado en aquel calabozo?
Su cuerpo adolorido tenia vetas rojas y sangrantes causadas por los golpes que solía recibir con bastante frecuencia, para colmo sus heridas ya no podían sanarse, se sentía tan abatido, tan cansado, yo podía sentirlo, él quería desaparecer de aquel lugar pero no tenía fuerza si quiera para ponerse en pie y a cada respiro el aire pasaba dolorosamente por su garganta hasta los maltrechos pulmones, sus brazos estaban totalmente entumecidos a causa del frio metal de los grilletes que lo aprisionaban desde lo alto como si su cuerpo suspendido a centímetros del suelo fuera solo un de pedazo de carne muerta.
Un ruido con procedencia del exterior hizo que mirara a la puerta de su prisión, la luz que entonces emanó de afuera le pareció tan deslumbrante que lastimó sus cansados ojos. Increíble y terriblemente irónico el hecho de que él, que había vivido rodeado de luz durante tantos años...ahora se escondiera como una alimaña para que esta no lo alcanzara.
Sin embargo aquel brillante resplandor había despertado en él una diminuta esperanza, la esperanza de que vinieran por él, aun que después de tanto tiempo encerrado ahí la lógica era más fuerte que su fe la cual se encontraba ya por extinguirse.
Si su dios que todo lo sabe y todo lo ve sabia el destino que su más leal soldado correría en aquel lugar ¿por qué lo había mandado a decaer en la oscuridad? ¿Tenía un plan más?
“eres egoísta Dios...” dije para mis adentros al ver que quienes entraban a la celda no eran más que dos hombres y que al verlos el pobre prisionero bajo su cabeza con desaliento.
“no vienen por ti...no para salvarte de estas tinieblas...”
- ¿Esperabas a alguien Alexiel?-. pregunto en burla el más bajo de ellos, un hombre de un escaso metro y medio, un gordinflón que tenía una apariencia desalineada, poco agradable a la vista, su cabeza redonda estaba casi calva, sus ojos eran saltones uno de ellos salía de su órbita.
Se había cruzado de brazos y reía mordazmente con toda la intención de provocar, pero sin embargo Alexiel ni se inmuto como si aquel enano no existiera.
- Te hice una pregunta-. refunfuño acercándose, estirando su regordeta mano para tomarlo por la quijada haciéndolo levantar la vista para que lo mirara a los ojos.
- ¿Por qué... responder a un ser inferior y patético como tú?...-. Contesto con voz cansada pero arrogante, sus ojos retaban aun que era bastante obvio que no podría hacer nada en aquella situación.
Al oír la respuesta del hombre pelinegro su seño se frunció, arrugando más su rostro para mi desagrado y mostro los pocos dientes amarillentos que su boca aun conservaba.
- Tu…-.susurro indignado y molesto.
Volvió entonces su mano puño y se preparo para propiciarle un fuerte golpe, pero su acompañante un hombre bastante más alto que el, de largo cabello negro y facciones mucho más finas y hermosas, esa persona que hasta el momento no había dicho palabra alguna detuvo el golpe.
Me pregunte por momento si aquel hombre iba a ayudarlo, por instantes se me había dibujado una sonrisa desconfiada...quizás lo que Alexiel esperaba había llegado...pero pronto todo se me aclaro.
- Espera…guarda tu ira para lo que venimos a hacer-. Dijo dibujando una blanca sonrisa de satisfacción a lo que el otro también sonrió, luego miraron al pelinegro que ponía atención disimulada a cada palabra.
Después pude ver como el enano tomaba un serrote, como los que se usan para talar árboles y casi caigo al suelo al ver que aquel que permanecía encadenado tenia alas, dos pares de alas, blancas pero manchadas de sangre, lastimadas, incluso podía decir que rotas, pues se doblaban de una forma casi imposible, estas permanecían ganchadas en cuatro garfios.
Esos dos monstruos...tomaron el serrote y...las dos alas inferiores....las cortaron como si fuera madera...por todos los cielos, Alexiel grito tan desgarradoramente que incluso yo pude sentir su dolor...quise detenerlos pero...por más que corría no podía llegar a ningún lugar...yo no pude...
- Mime solo fue un sueño…-. Me dijo Melissa o momo como me gustaba llamarla ella era mi mejor amiga que ahora intentaba tranquilizarme.
- Lo se pero fue tan real…-. Murmure aun agitada y consternada por la reciente pesadilla, aferrando mis manos con fuerza a la colcha de la cama.
- Yo también lo sentí real cuando me beso el guapísimo de Johnny Deep-. Sonrió ladina -pero al final eso también había sido un sueño-. Dijo con aire desanimado, encogiéndose de hombros y apoyándose en mi cama para ponerse de pie
- Lo único bueno de que tuvieras una pesadilla es que te levantaste temprano y me ahorraste le molestia de despertarte-. Comento mientras sacaba la ropa que me había escogido para hoy y me la lanzaba.
- Vamos que ya va hacer hora de ir al instituto-. Continúo ella mirándome con su habitual entusiasmo en los ojos y su sonrisa de lado a lado.
Y aquí venia un día como los demás...
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